La...mosca

Todavía me queda una mosca en mi salón, como recuerdo de este verano.
¡Y va a tener suerte...!

Me he pasado el verano matando moscas a base de palmetazos, porque no me gustan los aerosoles, poniendo botellas transparentes llenas de agua en las ventanas, -dicen que así no entran...-, ¡pues si hubieran entrado todas...!

El caso es que, ha sido tanto, tantísimo el calor que hemos sufrido en Madrid este verano, que las moscas confundieron el salón de mi casa con el paraiso, por lo fresquito que hacía, ¡y cuanta mosca Dios mío...!
Sobre todo a la hora de comer y "echar la cabezadita", era insufrible.

Y como recuerdo de estos calores pasados, tengo una mosca rezagada que se ha hecho sitio enlazando el calor estival con el calorcito de la chimenéa, que ya lleva encendida desde que comenzó el otoño.

No sé si perseguirla o no. De momento no lo he hecho.
La verdad que una mosca sola no da mucha lata, y después de compartir casa con cuatro perros..., ¡otro animalito doméstico más...!,¡y además es tan pequeña...!

Ahora mismo está cotilleando por la pantalla del ordenador, ¿y que hago?, ¿la mato?. ¡Está a tiro de mano!.
 Me da pena despacharla, ¡la veo tan feliz y jugetona!, ni siquiera los perritos la atacan con sus patas cuando se posa en sus hocicos.¡ Ella que es capaz de vivir libre y feliz ajena a la crisis!.

En fín, creo que este invierno lo pasaremos con otro animal de compañía más.

¡¡¡FELIZ FIN DE SEMANA!!!