Aunque han pasado muchos años, Septiembre siempre me trae aromas especiales y recuerdos dormidos de mi niñez.
En el pueblo de mis abuelos, como en tantos otros de Castilla, se esperaba con alegría la llegada de Septiembre, época de vendímia.
Recuerdo la vendímia como una gran fiesta.
Recuerdo los grandes carros y carretas, (a mí me parecían inmensos) cargados de enormes cestos y serones vacios que salían al amanecer para volver a la caída de la tarde llenos a rebosar de preciosos racimos de uvas.
Era una romería de carros y carretas, todos cargados de gente, familiares y vecinos que iban a ayudar y a celebrarlo,. Porque como a una fiesta, se invitaba a la gente.
Recuerdo que los niños, como siempre haciendo de todo un juego,hacíamos el viaje metidos en los cestos.
Todo era alborozo, canciones y alegría, a pesar del enorme trabajo que ello suponía, pues todo se hacía a mano.
Recuerdo la vuelta a casa con los carretones llenos, pero no recuerdo donde volvíamos los niños, al volver los cestos llenos, ¡porque volvíamos todos!.
En casa de mis abuelos había un gran lagar, donde el resto del año jugábamos a mil y un juegos.
Allí iban volcando los racimos y mis primos mayores, mis tios y algunos vecinos, pisaban y pisaban descalzos las uvas. (Siempre pensaba si se habrían lavado antes los pies...)
Al acabar la jornada había una cena familiar donde todos cabíamos en la mesa grandísima que preparaban en la enorme cocina.
Todos se acostaban pronto para reanudar la taréa al día siguiente. Los niños rotos de no parar de correr todo el día, dormíamos como lirones, y al día siguiente, al romper el día, otra vez se repetía.
El último día había baile en la plaza.
Desconozco el proceso que seguía después de pisar la uva porque para nosotros, los niños, eso ya no era diverido.
Lo que sí recuerdo era la bodega del abuelo, con sus barriles de madera y muchas, muchas botellas.
Había que bajar una empinada escalera que a nosostros, no nos dejaban bajar solos, ¡es muy peligroso -decían- si se cierra la puerta os quedais encerrados y podeis morir por los gases!.
No había más que decir, la bodega era algo prohibído y yo jamás bajé sola, y estoy segura que ninguno de mis hermanos ni mis primos lo hizo.
El olor que salía de aquella bodega era un olor especial,al que no puedo dar un nombre, ¿rancio?, ¿agrio?, ¿espeso?...no sé pero aún lo evoca mi nariz.
Los tiempos han cambiado y supongo que la tecnología habrá cambiado también el sistema de la vendímia: menor trabajo y mayor rendimiento. Y esto indudablemente es progreso.
Pero..., volvemos a lo de siempre. A cambio perdemos en contacto humano. Perdemos hacer del trabajo un rito y una fiesta familiar y comunal. Perdemos que los niños de las nuevas generaciones puedan disfrutar de estas vivencias tan sanas y positivas, y que a mi modesto entender, no son reemplazables por nada, pues creo que la unión en el trabajo y el esfuerzo, es la cuna de muchos valores.
¡¡¡EN LA NIÑEZ DE MI GENERACIÓN,FALTABAN MUCHAS COSAS, PERO DISFRUTAMOS A TOPE DE LAS QUE TENÍAMOS!!!
Que bonitas fotos de la vendimia, y que bonitos los recuerdos de la niñez. Muy buena la descripción que haces de aquellos tiempos, seguro que mientras escribías volvías a vivir tu infancia, llena de inolvidables recuerdos. Entonces no teníamos tantos adelantos y tanta tecnología como ahora, pero los momentos felices eran auténticos.
ResponderEliminarSaludos.
José
Creo que es bonito volver a la infancia de vez en cuando.
EliminarGracias por tu visita.
Rosi
Precioso Rosi. Así es, faltaban medios pero todo se solucionaba de una forma bonita. La vendimia siempre ha sido una fiesta, y en muchos sitios lo sigue siendo. Por cierto, yo sigo vendimiando, así que para San Miguel lo haré de nuevo. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana amiga.
ResponderEliminar¡Que suerte Pepe!. Disfrútalo mucho.
EliminarMe alegra mucho volver a verte.
Rosi
Una entrada preciosa!!! Yo tengo la fortuna de vivir en un pueblo donde tenemos muchos viñedos y estamos a punto de empezar a vendimiar, en esta época de vendimia es típico un pan quemado que se elabora con mosto que esta riquísimo.
ResponderEliminarBesos y feliz fin de semana.
¡Que envídia!. Ese pan debe estar...¡"pa" comérselo!.
ResponderEliminarNunca había oido hablar de él.
Podías dejarnos la receta.
Besos.
Hola Rosi, qué recuerdos tan bonitos, tan entrañables y familiares. Envidia me dan porque por tu descripción puedo imaginarlos perfectamente y entiendo el valor que tienen. Incluso para los mayores que trabajaron tanto, seguramente también lo fue. Los niños lo disfrazan todo de fiesta, es verdad, para eso son niños. Me has hecho experimentar la libertad de su inocencia.
ResponderEliminarEs verdad que con el tiempo todo ha ido cambiando, algunas cosas para mejor y otras, ya se sabe. Es una pena, pero hay que aclimatarse y los niños de hoy tendrán que fabricar de otra forma esos recuerdos que duran toda la vida.
Si tienes un rato pásate por este enlace. Es un relato que escribí en mi blog, no se parece a este, pero quizá te guste porque, de alguna forma, también describe los recuerdos de una niña en un viñedo. Se titula "Regresaré siempre".
http://historiasdesdeeltren.blogspot.com.es/2013/05/regresare-siempre.html
Un besazo!!!
Gracias Ana. Ahora mismo voy a subirme a tu tren leer tu relato.
EliminarUn cariñoso abrazo.
Rosi
Rosi,nos dejas un hermoso post con tu testimonio y vivencias de la vendimia,amiga...Realmente los niños de los pueblos hemos vivido la vendimia y nunca la olvidaremos.También yo he vendimiado con mi familia y todo era un ritual precioso en plena naturaleza,donde todo era natural y entrañable...Ya existían las cooperativas y no pisábamos la uva,pero la emoción de estar todo el día a pleno sol y cerca del fruto nos aportaba las vitaminas necesarias para ser felices.
ResponderEliminarMi felicitación por tu bellísima entrada y hermosos sentimientos,amiga.
Mi abrazo inmenso y mi cariño,ROSI.
Feliz domingo y mi ánimo siempre.
M.Jesús
Muchas gracias M. Jesús por tu cariñosoy entrañable comentario.
EliminarMi cariño y agradecimiento por estar siempre ahí.
Rosi
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarFelicidades Rosi por esta entrañable entrada, tan sumamente preciosa,y con tantos recuerdos en la memoria, me ha encantado.
ResponderEliminarEs cierto que en nuestra niñez hemos tenido muchas carencias pero se han disfrutado estas maravillosas labores del campo en familia, yo también he vendimiado...qué tiempos!!
Feliz domingo, besos Pilar
Me alegra haber sido también compañeras en la vendimia, así entiendes mejor esos recuerdos.
EliminarFeliz semana amiga. Un fuerte abrazo.
Rosi
EN LA NIÑEZ DISFRUTABAMOS MÁS DE TODO AUNQUE TENIAMOS MENOS COSAS AL ALCANCE DE LAS MANOS...
ResponderEliminarPRECIOSOS RECUERDOS ROSI.
BESOS
Sí Luján es lo mejor de la niñes, que se disfruta a tope, de todo.
EliminarAbrazos,amiga.
Rosi
Hola, Rosi. Menudo post más personal nos has dejado hoy, un trocito de infancia.
ResponderEliminarMe ha encantado imaginarlo, ya que donde yo vivo no hay, y no se como darte las gracias por compartirlo con todos.
Gracias a tí Silvia por pasearte por mi vendímia, en otro tiempo te hubiera invitado a participar en ella.
EliminarUn cariñoso abrazo.
Rosi
Me da la impresión que la vendimia debe ser algo muy duro y que se debe acabar molido, pero no se puede negar la belleza plástica que tiene, tus fotos lo demuestran.
ResponderEliminarBesos
Gracias Julia. La Fiesta de la Vendimia es indudablemente una gran fiesta.
ResponderEliminarUn beso grande.
Rosi